Esta iglesia de tezontle fue parte de las antiguas instalaciones de los padres jesuitas, quienes fueron expulsados en 1767. En su lugar quedaron los filipenses, una joven orden monástica que por azares del destino se vio envuelta en los movimientos de Independencia: mientras que en España esa orden apoyó a las Cortes de Cádiz, en sus instalaciones de la Nueva España se planearon estrategias en contra de los insurgentes que proponían la creación de juntas. Su edificio original, terminado a principios del siglo XVII, fue remodelado por Pedro de Arrieta, como lo muestran las torres y las portadas. El tallado de la portada principal representa en el centro la aparición de Jesús Nazareno a San Ignacio, y a sus lados las esculturas de Santa Gertrudis y Santa Bárbara; el relieve de la portada lateral representa la imagen de San Ignacio.
El estilo neoclásico con el que Manuel Tolsá redecoró el interior dejó de lado los altares barrocos y los estucos dorados; sin embargo, algunas esculturas se conservaron, como el Señor de la Columna, las de San Joaquín, Santa Ana y San José: las dos primeras se ubican en los altares de la Virgen de la Luz y la tercera en el de San Judas Tadeo. Acompañando a los granitos y mármoles dieciochescos, se distinguen los apóstoles de Nicolás Rodríguez Juárez, los lienzos de Villalpando y La Trinidad que se levanta en el altar de la Divina Providencia.
El recinto alberga la Pinacoteca del Templo de San Felipe Neri La Profesa, que cuenta con alrededor de cuatrocientas obras, que constituyen una de las colecciones de arte sacro más importantes del país.
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