Se conoce con este nombre al antiguo Palacio Episcopal de Yucatán, edificio que se fue la residencia oficial de los obispos de Yucatán por espacio de unos 340 años. El inicio de la construcción del inmueble se remonta entre los años de 1573 a 1579, durante el gobierno eclesiástico de Fray Diego de Landa y su conclusión se da durante el período del obispo Fray Gonzalo de Salazar (1608-1663), quedando unido a la Catedral por el costado sur de ésta.
A mediados del siglo XIX, las leyes de Reforma y su aplicación en Yucatán no perturbaron gran cosa las condiciones y el uso del predio, pues aunque se determinó la propiedad del Estado sobre él, prosiguió como residencia obispal hasta mediados del mes de marzo de 1915, cuando hace su entrada a la ciudad de Mérida el Gral. Salvador Alvarado Rubio, investido de poderes extraordinarios por el Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, Dn. Venustiano Carranza Garza. En efecto, a partir del 19 de marzo de 1915 el Gral. Alvarado dispuso la ocupación del Palacio Episcopal para servir de alojamiento a sus tropas, las que permanecieron hasta el 24 siguiente. Posteriormente, el 5 de junio del mismo año el militar incautó el edificio y encargó al entonces Director de Obras Públicas, Arqto. Manuel Amábilis, las reformas que dieron lugar al edificio tal y como se ve en la actualidad, es decir, la remodelación de las fachadas norte, sur y poniente y la apertura de una calle que lo separase de la Catedral.
Posiblemente el edificio toma su nombre de la sociedad literaria ''Ateneo Peninsular'' de la cual fue sede después de su remodelación en 1915,
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